De pequeña, cuando estaba armando mucho jaleo y no dejaba a mi abuela ver la telenovela, ella me decía: «Nena, habla abonico», y yo bajaba el tono de voz. No conocía el significado real de esa palabra, que la RAE contempla como la locución adverbial «a bonico» –aquí, en Murcia, ahorramos hasta en espacios–, pero sabía lo que tenía que hacer.
Me fascina esa expresión: ABONICO; es especial, tanto por la nostalgia que me produce como por su significado, que más allá de «hablar en voz baja», para mí, significa RESPETO.
Di lo que te molesta de alguien, pero díselo abonico, no necesitas hacer que se sienta mal; dile a esa persona lo mucho que la quieres, pero díselo abonico, los susurros calan más hondo; di que estás en contra de algo, pero dilo abonico, porque otro puede estar a favor; di qué te parece bien, pero dilo abonico, porque puede que al otro no se lo parezca.
Si tienes que decirme algo, DÍMELO ABONICO; yo tengo mis ideas, mis opiniones, mi forma de ser, mis defectos y alguna que otra virtud –espero–. Así que, cuando te dirijas a mí, o a cualquier otro mortal, háblale abonico, porque las palabras van directas al corazón; sin filtro. Respeta y serás respetado/a.
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